Próximos a celebrar la fiesta de Todos los Santos, podemos confirmar con tristeza que, en los últimos años, su significado ha perdido valor a los ojos de muchos sectores de la sociedad, especialmente jóvenes, niñas y niños, con las cada vez más habituales celebraciones de Halloween durante la noche del 31 de octubre.
Que se avecina Halloween es algo que se respira en el ambiente desde hace días. Es imposible no darse cuenta de su llegada, ante la proliferación de calabazas, brujas o esqueletos que invaden los escaparates, pero también se celebra nuestra Festividad de Todos los Santos y es indiscutible que ambas tradiciones son difíciles de aglutinar. Quizás todo fruto de la globalidad y de la cultura de consumo, nos hemos sumergido en una tradición que no es nuestra, olvidando lo que sí es nuestro y los valores cristianos que tiene nuestra festividad.

Es curioso cómo cambian las costumbres. Seguramente nos dirán nuestras madres o nuestros padres que cuando eran niños y niñas la Festividad de Todos los Santos era una celebración completamente sobria, en cambio nuestros hijos e hijas entienden estos días como una estupenda oportunidad para disfrazarse de monstruos, maquillarse del modo más horripilante posible y comer chuches con forma de insectos
. Aunque no se puede negar que esto puede ser divertido, no debemos olvidar que como católicos estamos de fiesta porque el Primero de Noviembre se celebra a Todos los Santos. Esa es la verdadera fiesta de estos días.
A continuación se reproduce un comunicado de la Conferencia Episcopal de Francia (2003) para explicar el sentido de las fiestas de Todos los Santos y del día de los Difuntos:
A lo largo del año, la Iglesia católica celebra a los santos que ha canonizado oficialmente y que presenta como modelos y testigos ejemplares de la fe», recuerda el texto. Con la fiesta del 1 de noviembre, día de Todos los Santos, la Iglesia desea «honrar a los santos «anónimos» —mucho más numerosos— que con frecuencia han vivido en la discreción al servicio de Dios y de sus contemporáneos». En este sentido, aclara el documento, es la fiesta de «todos los bautizados, pues cada uno está llamado por Dios a la santidad». Constituye, por tanto, una invitación a «experimentar la alegría de aquellos que han puesto a Cristo en el centro de su vida». El 2 de noviembre, día de oración por los difuntos, explican los prelados franceses, propone una práctica que comenzó con los primeros cristianos. La idea de convocar una jornada especial de oración por los difuntos, continuación de Todos los Santos, surgió antes del siglo X, siguen explicando. «El 1 de noviembre, los católicos celebran en la alegría la fiesta de Todos los Santos; al día siguiente, rezan de manera más general por todos los que han muerto», afirman. De este modo, la Iglesia quiere dar a entender que «la muerte es una realidad que se puede y que hay que asumir, pues constituye el paso en el seguimiento de Cristo resucitado». Esto explica las flores con que en estos días se adornan las tumbas, «signo de vida y de esperanza»

Aunque el cambio no será sencillo para los niños y niñas, es necesario vivir congruentemente con nuestra fe, y no permitir que los más pequeños/as tomen como algo natural la connotación negativa de Halloween. Con valor y sentido cristiano, las madres y padres católicos podemos dar a estas fechas, el significado que tienen en el marco de nuestra fe.
Más que combatir la forma en que hoy se celebra Halloween, que nada tiene que ver con nuestras costumbres y valores; debieramos retomar el sentido original de esta fecha y celebrar la Fiesta de Todos los Santos.
Pero ¿por qué celebrar la fiesta de Todos los Santos? ¿quiénes son los santos?
Los santos no son personas diferentes de nosotros/as, en todos los tiempos ha habido santos, de diferente edad, unos niños, otros jóvenes, adultos, viejitos, hay santos y hay santas, unos flaquitos, otros gorditos, unos muy inteligentes otros muy sencillos, algunos han nacido muy ricos otros fueron muy pobres, unos son blancos otros negros, unos han sido santos desde pequeños, otros llevaron una vida en la que no conocían a Dios, y se portaron muy mal, pero cuando se encontraron con Jesús, cambiaron, y decidieron ser felices siguiéndolo.
Todos, pero todos, estamos llamados a ser santos, Dios nos quiere santos, y para eso nos dio el Don de la Fe, fue su regalo cuando nos bautizaron, y todos los que estamos bautizados tenemos que ser santos, pero también tenemos que querer serlo. El Don de la Fe es más grande que todos los superpoderes de tus héroes favoritos y además es de verdad. Pero la fe no es para tener unos músculos muy fuertes, o para poder volar, o ver a través de las paredes, ni para golpear a nadie.
Ser santos es querer seguir a Jesús, actuar como Él, hacer el bien como Él, amar como Él.
SER SANTO ES SER AMIGO DE JESÚS.
En definitiva, para los creyentes, la fiesta de Todos los Santos refleja la fe en el futuro para quienes esperan y viven según el Evangelio predicado por Jesús. El respeto a los restos mortales de quienes murieron en la fe y su recuerdo, se inscribe en la veneración de quienes han sido «templos del Espíritu Santo». No debemos olvidar tampoco que es bueno que como cristianos hagamos oración por nuestros difuntos.